Si ya se hacía necesario dirigir nuestros negocios hacia la revolución tecnológica, la emergencia sanitaria por el COVID19 sencillamente arrinconó nuestras empresas hacia un modelo digital.
Hoy los modelos de negocio exigen mayor agilidad, innovación continua y más espacio para escuchar y permitir al cliente participar.
También cambia abruptamente la forma en que la empresa crea valor.
Nuestro talento será el encargado de planificar e implementar esta transformación hacia el aprovechamiento de la tecnología y maximizar el entendimiento y relacionamiento con nuestros clientes/consumidores. Todo dentro de un marco laboral más flexible, colaborativo y VIRTUAL.
Para ello será necesario:
- Cambiar las funciones de producción.
- Replantear los canales de distribución.
- Investigar los clientes y los mercados.
- Modificar la manera de gestionar nuestros equipos humanos.
- Una visión y estrategia que facilite el cambio.
- Desarrollo de tres ámbitos: tecnológico, cultura corporativa y estructura organizativa.
La información es la base de cualquier emprendimiento desde las primeras transacciones comerciales hasta la actualidad. Si bien es cierto, actualmente tenemos más datos que nunca su naturaleza y relevancia no varían esencialmente.
Las comunicaciones son distintas y mejores. Disponemos de muchos datos, y es fácil almacenarlos, procesarlos y difundirlos.
Bajo el nuevo orden, innovar continuará generando recompensas pero el tiempo que una diferenciación podrá mantenerse se reducirá.
El servicio debe digitalizarse, pues las empresas que se aferren a prácticas viejas sencillamente quedarán excluidas de la demanda.
Y la generación de valor debe iniciar por un producto/servicio que resuelva la necesidad de un segmento de clientes bien definido hasta que muchos individuos -conectados de diversas maneras- coincidan en el deseo de ver crecer esa empresa porque ha priorizado las relaciones por encima de los rendimientos.
“Donde hay cambio hay oportunidades. Pero el que no ve las oportunidades verá amenazas” Peter Drucker